Empieza Yom Kipur

Viernes 21 de Septiembre, 2007

El despertador suena temprano, pero no por mucho tiempo. A los dos minutos vuelve a sonar, pero esta vez reconozco el ruido que proviene del teléfono. No recuerdo haber puesto el despertador en el móvil, así que debe ser un mensaje de Dean. Efectivamente, me dice que le llame cuando me despierte. Todavía estoy durmiendo y seguiré así unos minutos.

Dean es impaciente y llama al cabo de un cuarto de hora. No me queda más remedio que despertarme si pretendo mantener una conversación mínimamente coherente con él. En definitiva, Dean vendrá a buscarme, sale en diez minutos de su casa y me volverá a llamar cuando esté abajo. Ahora sí, me levanto y preparo algo de desayuno.

Hoy empieza Yom Kipur, el día en que Dios se sienta a decidir como le irá el año a cada uno de los judíos. Por lo tanto, es su última oportunidad de lamentarse por sus errores y suplicar clemencia. Los judíos practicantes se pasan todo Yom Kipur sin comer ni beber nada. Es como un shabbat, pero a lo bestia. Nada de trabajo y está prohibido por ley conducir por las calles. Yo no soy judío practicante, pero eso de ayunar me llama la atención y tengo pensado seguirlo a rajatabla. Me he comprado unos cuatro litros de zumo para beber antes de que empieze y después de que acabe: pre y post hidratación yomquipuriana.

Como no se puede conducir en Yom Kipur, solo podremos escalar hasta las 15:00, para que a Dean le dé tiempo de llevarme a casa y llegar a la suya. Así que iremos pronto a escalar. Dean me llama indicando que ya ha llegado. A mi me ha dado tiempo de comerme algo de fruta y preparar la mochila, con un litro de zumo y barritas de cereales.

Para nuestro asombro, en la explanada donde aparcamos el coche hay ya aparcados 5 coches más. Parece que hoy el lugar está concurrido. Al dar un vistazo, nos damos cuenta rápidamente que sólo hay dos parejas más escalando. El resto de los coches son de una familia numerosa (puede que del opus) que ha venido a montar unos rápel para divertirse.

Al poco rato de llegar, mientras calentamos, aparece otro coche con un par de escaladores que ya conocíamos del rocódromo. Ellos traen impresas las reseñas de la pared, lo cual nos va de muerte para escoger las vías. También se han enrollado dejándonos un par de cintas exprés por si las necesitamos en alguna vía.

Aunque tengo el hombro un poco resentido, de la caña que le he estado metiendo estos últimos días, hoy la virgen de la ascensión está de mi lado, como últimamente, y me da ánimos para encadenar dos vías nuevas a vista. Una de ellas un 6a con un techo majo. Dean también consigue escalarlas pero se ha cansado antes que yo.

Llegada la hora del descanso, Dean saca unos dátiles y yo las barritas de cereales y el zumo. De mientras nos sentamos en la roca que más se asemeja a un sofa, y disfrutamos de la vista a un pequeño asentamiento cerca de la frontera. A lo lejos se oye una explosión y aparece una humareda negra de entre las casas. Yo me extraño, pero a Dean ni se le tuerce una ceja. No sabe decirme cual ha sido el motivo de la explosión, pero tampoco parece preocuparle mucho. "Bienvenido a Israel" me comenta. Nadie de alrededor parece preocupado, así que mis sospechas, un tanto morbosas, de haber presenciado mi primer ataque de bomba, se desvanecen. Aunque Dean no me asegura que no lo haya sido, la probabilidad es baja.

El incidente abre una discusión sobre las guerras y los problemas que Israel está teniendo con sus vecinos últimamente. Dean ha sido militar durante los últimos cuatro años, de hecho es oficial. Así que su visión es la propia de un militar, aunque se nota que no es tan combativo como otros que me he encontrado. Casi todos los israelís quieren la paz, y Dean es uno de ellos. Pero hay algunos que creen que el ejercito solo empeora las cosas. Suelen ser los chicos de Tel Aviv, adinerados y que según las palabras de Dean "viven en una burbuja al margen de la realidad israelí." A mi me gusta saber su versión, en mi cabeza ya tengo muy presentes las ideas de los aburbujados... soy de Barcelona.

Después del kit kat, volvemos a escalar un rato más. Lo suficiente para darnos cuenta de que estamos los dos cansados. Por suerte, porque ya son horas de marcharse, si no queremos entrar en Yom Kipur conduciendo. Recogemos las cosas y nos marchamos hacia mi apartamento. Hoy es el último día que escalaremos juntos, por ahora. Dean ya sabe que en Barcelona tendrá un buen recibimiento y me lo llevaré a escalar por ahí.

Dean está sorprendido de que yo pretenda ayunar en Yom Kipur. En teoría eso no va conmigo, yo no soy judío. Pero no intenta quitarme la idea de la cabeza, de hecho para posponer la despedida, me propone que vayamos a cenar mañana juntos, para romper el ayuno y hacer otra cosa juntos que no sea escalar. Yo estoy encantado, nos veremos otra vez mañana.

Mientras espero en mi apartamento que empiece el Yom Kipur, técnicamente a las 17:00, me preparo un plato pequeño de espaguetis, empiezo a ver una película y tragar todo el líquido que me sea humanamente posible. La peli es Antwone Fischer, hace tiempo que tenía ganas de verla y no me ha defraudado. Poco antes de acabar la película, empieza Yom Kipur y a partir de entonces no se puede comer nada ni beber nada. Ahora lo que si que no puedo parar de hacer es ir a mear.

La verdad es que estoy muy cansado del día de escalada y me paso gran parte de la tarde y principios de la noche tumbado en el sofá o en la cama. Ya de noche se oyen, provenientes de la calle, gritos de niños que se lo están pasando en grande. Ya he descansado lo suficiente como para que la curiosidad pueda conmigo y salgo a la calle.

Efectivamente, no hay ningún coche circulando y la gente se comporta de manera extraña. Los peatones han vuelto a tomar el control de las calles aunque sea sólo durante un día. Las familias pasean por las calles asfaltadas como si de bulevares se tratara. Los niños van como locos haciendo carreras calle abajo con sus bicicletas, patines o patinetes sin mirar. Ahora son ellos los más rápidos de la calzada y no le temen a nada. Yo no me he traído la cámara porque al ser de noche no captaría gran cosa. No me queda más que hacer que observar.

Voy caminando por el vecindario, por en medio de la calle y sin mirar, como hacen el resto de los vecinos, hasta que llego a la autopista. Me siento en el quitamiedos y veo pasar gente caminando y otros en bicicleta. Es una visión bastante curiosa y me da cierta envidia. Me prometo a mi mismo que mañana cogeré la bici y me daré una vuelta por la autopista. Mientras observo durante más de un cuarto de hora, me doy cuenta que de vez en cuando si que pasa algún coche despistado, normalmente son policías o ambulancias que son los únicas que pueden moverse legalmente. Los coches van bastante lentos, no sea que atropellen a algún niño que se divierte en lo que, durante un día, es su territorio.

Me vuelvo a casa, caminando, y me doy cuenta de que la mayoría de la gente sigue calle arriba, voy a ver que se cuece. Al final de la calle hay una rotonda que está infestada de familias con sus niños y sus bicicletas haciendo vida social. Los niños menores de 13 años no tienen que ayunar y pueden sudar lo que les venga en gana. Los mayores no pueden hacer ningún tipo de trabajo y se sientan a charlar mientras mantienen el tercer ojo vigilando a sus retoños.

Al otro lado de la rotonda está el parque por el que Jose un día me llevó a correr. Hoy, aun siendo de noche, está repleto de chavales pasándoselo en grande. Yo me siento en uno de los pocos bancos apartados y solitarios que hay disponibles y miro como los niños se lo pasan pipa con una envidia creciente. A mi también me encantaría tirarme por los toboganes del parque, rebozarme por la arena de suelo o hacer la croqueta por la hierba aunque se me quede una mierda de perro pegada al pelo. Lo cierto es que no me explico porqué no lo hago y me quedo en el parque observando. Quizás esté cansado y no quiera empezar a tener sed tan pronto.

Cuando me canso de envidiar, vuelvo al apartamento. Donde sigo cansado y mi cama me acoje. Me quedaré dormido en cualquier momento.

Easy Fasting

1 comment:

Jose said...

Yom Kipur!!! Qué envidia!!! La verdad que no me imagino la autopista sin coches... pero ya te visiono en la mediana en plan observador-meditador ;) Desde Madrid... Feliz Yom Kipur!!! Por cierto, te has arrepentido también de tus pecados??? ;)